Libro “El arte de amar” de Erich Fromm, versión reducida, comprometida y vivenciada, realizada por Natalia Pedrajas Sanz.
Vivimos en una sociedad de consumo; bien alimentados, bien vestidos, sexualmente satisfechos. Divertirse significa la satisfacción de consumir y asimilar artículos, espectáculos, comida, bebidas, cigarrillos, gente, conferencias, libros, películas; todo se consume, se traga. El mundo es un enorme objeto de nuestro apetito, una gran manzana, un enorme pecho. Nuestro carácter como personas se forja para intercambiar y recibir, para traficar y consumir; todo, tanto los objetos materiales, como los espirituales, se convierten en objeto de intercambio y de consumo. Por lo tanto, en lo que atañe al amor, las personas no pueden amar, pueden intercambiar sus bienes materiales y espirituales y confiar en que la transacción sea equitativa. Una de las expresiones más significativas del amor, y en especial del matrimonio con esa estructura enajenada, es la idea del equipo.
Escuchamos una y otra vez, y nos hemos creído, que el matrimonio feliz, es un equipo que funciona sin dificultades, como si de un empleado se tratara, la persona debe ser razonablemente independiente, cooperativa, tolerante, y al mismo tiempo ambiciosa y agresiva en sentido productivo. Pues bien, este tipo de relaciones no significa otra cosa que una relación bien aceitada entre dos personas que siguen siendo extrañas toda su vida, que se tratan con cortesía y se esfuerzan por hacer que el otro se sienta mejor. Sin embargo, estas personas encuentran al fin, un remedio para la soledad (la separatidad), y por lo tanto gozan de un amor funcional.
«El amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias»
Como psicóloga, me gustaría analizar el amor neurótico que radica en el hecho de que hemos permanecido ligados a la figura de un progenitor y transferimos los sentimientos, expectativas y temores, que una vez tuvimos frente al padre o la madre, a la persona amada en la vida adulta. Por eso en esencia, la terapia de pareja reside en las relaciones con nuestros progenitores.
Un ejemplo de relación neurótica amorosa frecuente hoy en día, se refiere a los hombres que, en su desarrollo emocional, han permanecido fijados a una relación infantil con la madre. Se trata de hombres que, por así decir, nunca fueron destetados; se siguen sintiendo como niños; quieren la protección, el amor, el calor, el cuidado y la admiración de la madre; quieren el amor incondicional de la madre. Tales individuos suelen ser muy afectuosos y encantadores cuando tratan de lograr que una mujer los ame, y aun después de haberlo logrado. Pero su relación con la mujer (como, en realidad, con toda la gente) es superficial e irresponsable, carece de compromiso y de dar, solo quieren recibir. Su finalidad es ser amados, no amar.
«Todo lo que no corresponda a la actitud de la madre amante hacia un hijo encantador, se toma como prueba de falta de amor»
Si han encontrado a la mujer adecuada, se sienten seguros, en la cima del mundo, y pueden desplegar gran cantidad de afecto y encanto, por lo cual suelen ser engañosos. Pero cuando, después de un tiempo, la mujer deja de responder a sus fantásticas aspiraciones, comienzan a aparecer conflictos y resentimientos. Si la mujer no los admira continuamente, si reclama una vida propia, si quiere sentirse amada y protegida, el hombre se siente hondamente herido y desilusionado, y habitualmente racionaliza ese sentimiento con la idea de que la mujer no lo ama. Todo lo que no corresponda a la actitud de la madre amante hacia un hijo encantador, se toma como prueba de falta de amor. Esos hombres suelen confundir su conducta afectuosa, su deseo de complacer, con genuino amor, y llegan así a la conclusión de que se los trata injustamente; imaginan ser grandes amantes y se quejan amargamente de la ingratitud de su compañera.
En casos excepcionales, una persona con este tipo de amor neurótico, puede vivir sin perturbaciones serias. Si el hombre encuentra una pareja del tipo materna igual a su madre, con sus dones y talentos especiales, utilizará su encanto y será admirado. Pero en condiciones menos favorables, que son, desde luego, las más frecuentes, su vida amorosa, si no su vida social, es una profunda desilusión; surgen conflictos, y a menudo angustia y depresión intensas cuando este tipo de persona se queda sola.
«Más complicada es la clase de perturbación neurótica que aparece cuando los padres no se aman»
Otro tipo de amor neurótico es el hijo, que solo cuenta con el afecto del padre, si su finalidad es complacerlo, y cuando lo logra, es feliz, seguro y satisfecho. Pero cuando comete un error, fracasa o no logra complacer al padre, se siente disminuido, rechazado o abandonado. En los años posteriores, ese hombre tratará de encontrar una figura paterna con la que pueda mantener una relación similar. Tales individuos suelen tener mucho éxito en su carrera social. Pero en su relación con las mujeres, permanecen apartados y distantes. Su cualidad masculina puede impresionar inicialmente a una mujer, pero ésta pronto se desilusiona, cuando descubre que está destinada a ser secundaria, a menos que ella misma esté aún ligada a su padre y se sienta por lo tanto feliz junto a un hombre que la trata como a una niña caprichosa.
Más complicada es la clase de perturbación neurótica que aparece cuando los padres no se aman, pero son demasiado reprimidos como para tener peleas o manifestar signos exteriores de insatisfacción. Al mismo tiempo, su alejamiento les quita espontaneidad en la relación con los hijos. Lo que los hijos experimentan es una atmósfera de corrección, pero nunca existe un contacto íntimo con el padre o la madre y por consiguiente es desconcertante y atemoriza. Como resultado, los hijos se retraen en un mundo propio, tienen ensoñaciones, permanecen alejados; y su actitud será la misma en las relaciones amorosas posteriores. Existe un sentimiento de no estar firmemente arraigado en el mundo, y suele llevar a tendencias masoquistas como la única forma de experimentar una excitación intensa. En las parejas que formen habrá escenas y gritos, ya que es la forma de liberar la carga de tensión y el miedo. El argumento común de los padres en tal situación es que no pueden separarse para no privar a los hijos de las ventajas de un hogar unido. Cualquier estudio serio demuestra, que la atmósfera de tensión e infelicidad es más nociva para los niños que una ruptura franca, que les enseña, por lo menos, que el hombre o la mujer, es capaz de poner fin a una situación intolerable por medio de una decisión valiente.
«En el amor idolátrico, la persona se pierde a sí misma en la pareja amada, en lugar de encontrarse»
También quiero citar el amor idolátrico que se suele describir como el verdadero amor; pero solo demuestra el vacío y la desesperación del idólatra. La persona se pierde a sí misma en la pareja amada, en lugar de encontrarse. Puesto que usualmente ninguna persona puede, a la larga, responder a las expectaciones de su adorador, inevitablemente se produce una desilusión, y para remediarlo se busca un nuevo ídolo, a veces en una sucesión interminable. Lo característico de este tipo de amor es, al comienzo, lo intenso y precipitado de la experiencia amorosa.
Otra forma de pseudoamor es lo que cabe llamar amor sentimental. Su esencia consiste en que el amor solo se experimenta en la fantasía y no en el aquí y ahora de la relación con otra persona real. Todos los deseos insatisfechos de amor, unión e intimidad hallan satisfacción en el consumo de películas, novelas o artículos de amor. Para muchos matrimonios, ésta constituye la única ocasión en la que experimentan amor, no el uno por el otro, sino juntos, como espectadores del amor de otros seres. También el amor sentimental se da cuando una pareja puede sentirse hondamente conmovida por los recuerdos de su pasado amoroso, aunque no haya experimentado amor alguno cuando ese pasado era presente, o por las fantasías de su amor futuro. ¿Cuántas parejas comprometidas o recién casadas sueñan con una dicha amorosa que se hará realidad en el futuro, pese a que en el momento en que viven han comenzado ya a aburrirse mutuamente? Esa tendencia coincide con una característica actitud general del ser moderno. Ese vivir en el pasado o en el futuro, pero no en el presente.
«El amor proyectivo, es muy sutil para captar hasta los menores defectos de la otra persona y viven felices ignorando los propios»
Cuando hablamos de amor proyectivo, consiste en el uso de mecanismos proyectivos a fin de evadirse de los problemas propios y concentrarse, en cambio, en los defectos y flaquezas de la pareja. Son muy sutiles para captar hasta los menores defectos de la otra persona y viven felices ignorando los propios, siempre ocupados tratando de acusar o reformar a la otra persona. Si dos personas lo hacen, como suele ocurrir, la relación amorosa se convierte en una proyección recíproca y, por lo tanto, no dan los pasos necesarios para el progreso de su propia evolución.
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