jueves, 6 de agosto de 2020

El estudio sociológico del amor corporeizado: la construcción de unobjeto de estudio entrelazando teorías y niveles analíticos

Resumen

En este artículo se desarrollan algunas reflexiones surgidas en el proceso de construcción del objeto de estudio: el amor de pareja desde el "nosotros" y su relación con el problema del sentido (Sinn). De manera general planteamos que el sentido -entendido como significado y orientación- sirve como puente para vincular niveles analíticos (semántica-situación-enmindedbodies) y propuestas teóricas aparentemente inconmensurables. En nuestro caso de estudio, la semántica del amor (imágenes, discursos, símbolos) preexiste a la situación y orienta los significados generados en ésta por las parejas que "envejecen juntas". Finalmente, los cuerpos con mente (enminded bodies) experimentan sentido, pero lo etiquetan usando la semántica social y los significados generados en situación. Se desarrolla la manera en que ocurre esta conexión de niveles analíticos a través del sentido.
El amor como objeto de estudio en las ciencias sociales ha crecido exponencialmente en los últimos 30 años (García Andrade & Cedillo,2011b). En su tematización del amor, las disciplinas sociales proponen que éste es, primordialmente, una construcción social e histórica1 (García Andrade, 2014). Enel caso de la sociología, diversos teóricos han insistido en la posibilidad de hacer distinciones históricas precisas sobre las formas de amor.2 A pesar de esta exhaustividad en el análisis de los discursos amorosos yen cómo la construcción social del amor perfila y define maneras de sentirlo y expresarlo, en muchas de las investigaciones el amor está descorporeizado y no implica las condiciones materiales que posibilitan su existencia -que incluyen al cuerpo pero van más allá de éste-.3 Es decir, hemos observado que este énfasis en la construcción social del amor ha llevado a desestimar lo que experimentan las personas de carne y hueso en condiciones materiales específicas cuando se relacionan entre sí más allá de los discursos o representaciones sociales. Cuando se incluyen tanto la situación de los cuerpos en interacción como la experiencia corporal,se amplían las posibilidades para el análisis del amor corporeizado que no puede reducirse al constructivismo social. En ese sentido, nuestra investigación se haplanteado trazar puentes entre el amor y el cuerpo (Sabido Ramos & García Andrade, 2015; García Andrade & Sabido Ramos, 2016).

Otra de las cuestiones que observamos en los estudios sobre el amor es que el análisis es primordialmente del discurso o la práctica individual, incluso cuando se estudia la relación de pareja. Por ello decidimos que nuestro punto de partida sea relacional, y para ello retomamos la propuesta eliasiana del análisis desde los pronombres, para nuestro caso de estudio retomamos el pronombre "nosotros" (Sabido Ramos & García Andrade, 2015; García Andrade & Sabido Ramos, 2016).

El reto era, entonces, construir un objeto teórico-metodológico que nos permitiera entender cómo una pareja construye su propio mundo de significado. Un objeto que partiera de una perspectiva relacional (el nosotros) y que incluyera no sólo la noción discursiva del amor, sino también la situacional y la de la experiencia. El principal desafío consistió en generar criterios de distinción analítica desde nuestra disciplina que contemplaran esta complejidad. En nuestras incursiones en la bibliografía sobre el tema, había aproximaciones a estos tres niveles, pero de manera separada.4 Es decir, era posible encontrarelementos sobre el amor en estos tres niveles, y además había teorías que permitíanobservarlos. Nuestro propósito era descubrir cómo capitalizar estos insumos para elplanteamiento de un objeto de investigación que no recuperara teorías y categoríasaisladas y, por ende, dimensiones desconectadas entre sí.

Para evitar un mero ejercicio de copy-paste teórico o de combinaciónecléctica, había que encontrar puntos de entrecruzamiento entre teorías, como proponeAlexander (1995, p. 115), o retomar conceptos,problemas o fenómenos que permitieran la comparación y, por tanto, la observación depuntos ciegos de teorías aparentemente inconmensurables (García Andrade, 2013). Para este caso, el fenómeno por observar era el amorde pareja, pero nuestra mirada inicial era y sigue siendo la sociología. Las preguntasque hacíamos sobre el fenómeno del amor de pareja se referían a problemas de la propiadisciplina. Así, tras la discriminación inicial de tres maneras de ver el amor (comodiscurso o representación, como actuación en situación y como experienciamental/corporal), y siguiendo anteriores escritos (Sabido Ramos, 2011; García Andrade,2013), era posible encuadrarlas en preguntas y problemas sociológicos:1) El amor es una construcción social; ¿cómo se ama en lassociedades occidentales contemporáneas? (cuáles son las representaciones del amor depareja). 2) La sociedad supone relaciones de interacción cuerpo acuerpo que generan significados que van más allá de las construcciones socialesgenerales; ¿qué sucede, entonces, en las relaciones de pareja en situación? ¿Quérituales se desencadenan y qué símbolos se utilizan? 3) Elself -la identidad- se genera socialmente en relación con losotros. La identidad no es sólo psicológica, también incluye al cuerpo (Giddens, 2000b; Bourdieu, 1999; Sabido Ramos, 2012).Entonces, ¿qué ocurre en el cuerpo/mente sintiente de cada uno(a) de los participantesen la relación amorosa?, ¿cómo se conforma su identidad en esa(s) relación(es)amorosa(s)?

El fenómeno estaba identificado, las preguntas surgían de problemas sociológicos5 y habíamos encontrado bibliografía que iluminabalos contenidos de cada una. Ahora faltaba un andamiaje teórico general que permitiera laformulación de los tres niveles. Encontramos numerosas confluencias entre autores (elentrecruzamiento del que habla Alexander) en cada nivel. Esto es, había coincidenciasentre autores en la pregunta y el problema que les interesaba explicar, incluso aunquecada uno lo hiciera desde diferentes premisas teóricas.

En primera instancia, para hablar de los discursos, representaciones e imágenes del amorque generan un mundo de sentido en sí mismo, nos pareció que la categoría desemántica de Luhmann era la más apropiada, pues posibilita eliminarla dudosa línea entre "lo social" y "lo cultural"; el amor es semántica en tanto aparecesocialmente grabado en forma de trazos, imágenes, sonidos, palabras, edificios, símboloso leyes. Es aquello que antecede y es distinto a la operación del amor (al amor eninteracción) y se vuelve parte de la memoria de la sociedad (Luhmann, 2007, p. 497).Luhmann no es el único que aborda el amor como discurso o representación social; estáSimmel, quien también lo ve como un mundo de sentido (Sabido Ramos, 2015), Giddens y Elias (GarcíaAndrade, 2015).

El otro nivel, el de la situación, toma su nombre de la propuesta goffmaniana (Goffman, 1991). No hablamos de interacción,asumiendo que la situación supone no sólo cuerpos en el mismo espacio-tiempo, sinotambién un setting (un espacio con utilerías que tienen sentidossociales en su propia existencia); es decir, condiciones materiales-sociales en las quelos cuerpos se relacionan. Al nivel de la situación se incluyen propuestas teóricasafines, como la fenomenología de Alfred Schütz y Peter Berger.

Finalmente, para el nivel analítico de la experiencia, retomamos la formulación de AnnaJónasdóttir, que denomina enminded bodies.6 Ella concibe que hombres y mujeres existen de manera "histórica,materialista y realista". Es decir, hombres y mujeres no son esenciasni reducciones biologicistas, pero tampoco son sólo construcciones sociales. Hombres ymujeres, afirma la autora, son "cuerpos con mente, siempre están formados/se forman enciertas circunstancias sociosexuales históricas" (Jónasdóttir, 1993, p. 309). Con este nivel nos queremos remitir a aquellasexperiencias que se viven corporalmente en relación con otros, específicamente en elcaso del amor. Pero esta experiencia corporal aparece también en relación con los otrosque -como el propio cuerpo-mente- están situados socialmente. Al estar así, suscuerpos-mentes adquieren, recrean y modifican los significados sociales(semántica) de su momento histórico y situación concreta(situación).

Es importante asumir aquí que los niveles son analíticos, no ontológicos. Esto supone queen una interacción en tiempo y espacio de por lo menos dos cuerpos/mentes amorosos estánincluidas: a) la semántica social (expectativas:normas/valores/asimetrías genéricas) de lo que es el amor y la pareja amorosa;b) la situación (la posibilidad de retomar la semántica social,reformularla o generar nuevos significados para ese nosotros específicoen un tiempo y espacio determinados); y c) los enmindedbodies que sienten y procesan neuronalmente, en sus intestinos y suspieles, al otro/a/os/as amado/a/os/as.

Ahora bien, aunque cada nivel analítico presenta coincidencias en la pregunta y elproblema que intentan resolver los autores incluidos, no es evidente si podría haber unaconexión entre niveles. En este artículo mostramos cómo la categoría sentido(Sinn) nos permite cruzar fronteras teóricas y enlazar nivelesanalíticos a partir del problema que nos hemos planteado, a saber, cómo una parejaconstruye su propio mundo de significado.

Desde el inicio del proyecto de investigación y en numerosas ocasiones de debate, lanoción de sentido aparecía como una herramienta viable para conectar los niveles. Sobretodo si consideramos que el sentido se convierte en un referente en el que convergendesde Schütz hasta Luhmann (Sabido Ramos, 2012,p. 139), pero no era evidente cómo hacer operativa dicha dimensión en la construcciónespecífica de un objeto de estudio.7
De la intersubjetividad a la complementación entre narraciones situacionales ysemántica

En la elaboración de nuestro objeto partimos de cómo las expectativas sociales quecondensa la semántica amorosa son puestas socialmente a disposición y se actualizanen la vida cotidiana de una pareja. Es decir, si bien socialmente se ha recibido un"sistema de tipificaciones", entendido como representaciones y expectativas de quées el amor, quienes entablan un vínculo amoroso llenan dichas tipificaciones de"contenidos vivenciales" (Berger & Kellner,1991). Esto no excluye que las tipificaciones sean elaboradas en un marcode dominación y violencia de un integrante sobre el otro (Donovan & Hester, 2015). En otras palabras, quienes formanuna pareja llevan a cabo un proceso de validación o resignificación de lastipificaciones sedimentadas en la semántica.8

El problema analítico al que nos enfrentamos consistió en dar cuenta de cómo loanterior es posible o, en otras palabras, cómo una pareja genera su propio "mundosignificativo" relacionado tanto con la semántica como con lapropia "historización" (Alberoni, 2008) de susintegrantes. Desde la tradición fenomenológica, Berger y Kellner aportan una salidapertinente ante dicho problema al señalar que, cuando las personas constituyen unapareja, construyen, mantienen y modifican una parcela de realidad que tienecoherencia y resulta significativa para su relación (Berger & Kellner, 1991). De este modo, una primera referenciaanalítica, más allá del tipo de vínculo específico que estudiamos, se relacionabacon el problema de la intersubjetividad en clave fenomenológica.

Sin pretender llevar a cabo un análisis sustantivo de dicha categoría, cuestión querebasa los límites de este artículo, nos interesa señalar las implicaciones de laintersubjetividad en la construcción de nuestro objeto de investigación, a saber, laconstitución de un "mundo significativo" en una pareja, en unnosotros. Por ello resulta pertinente recuperar de manerasucinta el sentido que dicha categoría tiene a partir de la propuesta de AlfredSchütz, y en particular la recepción crítica de ésta por parte de Niklas Luhmann. Elobjetivo es identificar los elementos que resulta pertinente recuperar en clavefenomenológica, y aquellos que nos han llevado a la búsqueda de otros referentesanalíticos en la construcción de nuestro objeto de investigación.

Si bien el planteamiento del problema de la intersubjetividad se remonta a laQuinta meditación cartesiana de Edmund Husserl (1999), quien recupera dicho problema para la sociologíaes Alfred Schütz (1995, p. 146). Para esteautor, la intersubjetividad es un supuesto; es decir, la sociedad es posible puestoque: 1) suponemos que el otro es un semejante (inteligente,cognoscente, humano); 2) si él/ella cambiara su lugar por el mío,observaría las mismas cosas que yo, en la medida en que ocuparía el mismo espacio;3) puesto que somos semejantes, compartimos significados, yentonces existe intercambiabilidad de puntos de vista (Schütz, 1995, pp. 42 y ss) y, por ende, intersubjetividad.

Con ello, Schütz parte de que lo que posibilita la constitución social del sentido(Sinn) es la generación de tipificaciones (maneras deinterpretar) compartidas. La propuesta es en muchas partes fructífera yheurísticamente útil. Sin embargo, un autor que cuestiona radicalmente dichacategoría es Niklas Luhmann, quien afirma que el concepto de intersubjetividad no esestable analíticamente para la sociología. Dicho autor se pregunta: ¿cuál es elsentido, entonces, del término intersubjetividad? ¿ Significa que se compartensubjetividades? Ysi se comparten, ¿qué es lo subjetivo?, ¿cuál es ese "inter"? Susolución analítica ante este problema irresuelto de la fenomenología, lo lleva aestablecer una distinción entre sociedad y conciencia; es decir, para Luhmann setrata de dos fenómenos coexistentes, pero separados en su operación. Las concienciasperciben desde sí -como afirma la fenomenología-, pero la sociedad aparece como unfenómeno emergente con sus propias reglas de operación, de tal suerte que no senecesita que las conciencias entiendan ni experimenten lo mismo; la sociedad operaal mismo tiempo, en paralelo a la operación de las conciencias, y genera sus propiasconsecuencias. Así, por ejemplo, cuando una pareja asiste a ver una película alcine, no importa que cada uno seleccione aspectos distintos de atención del filme, eincluso de no atención, pues cuando acabe la proyección habrá quedado en la memoriadel nosotros y de ellos (los observadores) quefueron juntos al cine. En otras palabras, el evento social "fuimos al cine" sucediójunto/más allá de las conciencias específicas.

Esta solución permite entender que, aunque haya percepciones individuales, lasociedad existe más allá de ellas. Sin embargo, ¿cómo se explicaría la aparición decomportamientos similares desde conciencias cerradas? O, en palabras de Schütz,¿cómo se explicaría la aparición de tipificaciones? Luhmann habla de la posibilidadde que las conciencias expuestas a un entorno similar y constantemente"irritadas",9 generen comportamientos,nociones, "tipificaciones" que les permitan operar en ese entorno. Pero dicho aporteno es suficiente para resolver analíticamente, con miras a la investigaciónempírica, cómo es que una pareja construye a partir de la convivencia sus propiastipificaciones.10

Así, aunque Luhmann aporta algo al separar analíticamente conciencia/sistema psíquicode sociedad, no tiene una respuesta suficiente para explicar cómo se da estarelación. Ante la insatisfacción, recurrimos a otros autores que plantean larelación conciencia y sociedad, y que contribuyen a descifrar cómo una parejasignifica su relación apelando tanto a la semántica como a su propia experienciasignificativa.

Si bien en la sociología hay una línea de pensadores que reflexionan sobre elproblema de la relación entre conciencia y sociedad, nos resultaron fundamentaleslos razonamientos de una serie de referencias identificadas como parte de una"sociología relacional" (Crossley, 2011).Para dicha problemática nos concentramos en la resignificación de autores como GeorgSimmel, George Herbert Mead, Erving Goffman y, más recientemente, Nick Crossley. Larelectura de Simmel y Mead, así como de otros autores que apuestan por unasociología relacional (Emirbayer, 1994; Pyyhtinen, 2009; Lee & Silver, 2012; Fitzi,2012), nos resultó sumamente fructífera con miras a plantear laobservación sociológica de la construcción del sentido (Sinn) en unespacio y tiempo específicos, y la forma en que contribuye al enlace entre los tresniveles analíticos (semántica, situación y enminded bodies) quesubyacen a nuestra propuesta de estudio del amor en pareja.

Para el caso de Simmel recuperamos los razonamientos vertidos en la célebre digresión"¿Cómo es posible la sociedad?" (Simmel,2014), en la que el autor se orienta fundamentalmente al problema de "lacomprobación de lo social en lo individual" (Rammstedt, 1996, p. 141). En dicho excurso Simmel se pregunta quérequerimientos hay en la conciencia de las personas -en tanto miembros de lasociedad- que la hacen posible. En palabras de Gregor Fitzi, Simmel plantea lainvestigación de las "formas de conciencia que permiten a los individuos participaren el proceso de construcción de tejido social" (Fitzi, 2012, p. 183). A partir de una lectura luhmanniana de dichoexcurso, Cantó-Milà señala que: "Simmel nos invita a respondernos qué debe acontecera nivel psíquico para que cada individuo pueda participar en la vida social" (Cantó-Milà, 2015, p. 49).

La respuesta de Simmel es que la sociedad es posible en tanto se cumplan al menostres a priori sociales. No tenemos espacio para desarrollarpuntualmente cada uno de estos (Pyyhtinen,2009; Lee & Silver, 2012;Fitzi, 2012; Cantó-Milà, 2012, 2015;Sabido Ramos & Zabludovsky, 2014);sin embargo, podemos sintetizar que el aporte de Simmel constituye un primer pasopara dar cuenta de que se pueden apreciar aspectos relacionales desde la perspectivaindividual; en otras palabras, para Simmel el self es relacional(Pyyhtinen, 2009; Lee & Silver, 2012; Fitzi,2012). En esa medida, recuperamos los razonamientos centrales de dichosa priori para pensar cómo la pareja genera su propio "mundosignificativo".

Así pues, el primer a priori es la idea general que una persona seforma de otra y cómo, a partir de una idea "generalizada" (Simmel, 2014, p. 124), construye una imagen del otro, e inclusode sí mismo, a partir de "fragmentos" de información con los que cuenta.11 En ese sentido, a pesar de la cercanía con lapareja, siempre habremos de orientarnos por una imagen generalizada de lo que ennuestra sociedad significa "pareja". Esta idea generalizada se llenará de matices yespecificidades, según la intensidad y duración del vínculo.

El segundo a priori, "cada elemento de un grupo no es sólo parte dela sociedad, sino además algo fuera de ella" (Simmel, 2014, p. 126), supone una dosis de creatividad o "toquepersonal"12 que aplicamos a los diferentesroles desempeñados. Para Cantó-Milà este a priori constituye "laintersección entre los sistemas psíquicos y el sistema social" (Cantó-Milà, 2015, p. 58) y relaciona tanto laposición social como la individualidad, y la negociación entre ambas (Cantó-Milà, 2015). También señala que existenrelaciones en las que la individualidad de los integrantes se convierte en un puntocentral de la relación. En ese sentido, este a priori resultasignificativo para nuestro objeto de investigación, puesto que la compenetración de"dos individualidades únicas" es al menos una expectativa o ideal "hacia el cualtienden, por ejemplo, las relaciones de amistad y las relaciones amorosas" (Cantó-Milà, 2015, p. 60).

El tercer a priori se refiere a que la sociedad "es un producto deelementos desiguales" (Simmel, 2014, p. 131),pero opera como si "todos sus miembros estuviesen en una relaciónuniforme" (Simmel, 2014, p. 132), en tantoforman parte de ésta y consideran que existe un "lugar especial para ellos" (Cantó-Milà, 2015, p. 62).13 En el caso de una pareja, este a prioriresulta fundamental, pues a pesar de la forma de relación social históricamenteestablecida, las parejas significan su relación como si fuese la única y específicapara ellos.

A pesar de los alcances simmelianos que apuntan a que lo social está contenido en laconciencia de las personas y que eso tiene implicaciones analíticas satisfactoriaspara comprender el modo en que las parejas forman su "mundo significativo", unapregunta que permanecía aún sin resolver era cómo se forman estos contenidos de laconciencia. Aquí nos resultó útil la recuperación y relectura de Georg H. Mead enclave de nuestro objeto de investigación. Mead está inserto en la tradiciónrelacional de la construcción del sentido (Sinn) y, además, en labúsqueda de entender la relación/coproducción individuo-sociedad. La noción deself cobra aquí gran importancia. Al igual que para Simmel,para Mead el self es social, pero también individual. Existegracias a la coexistencia con otros que han forjado un medio simbólico (un medio desentido) por necesidad (ya sea de cooperación, reproducción o sobrevivencia). Elself emerge en un proceso de relación con los otros, de talsuerte que el bebé humano no lo ha desarrollado aún. Las etapas de conformación delself son bastante conocidas y no es necesario presentarlasextensamente.14 Sólo rescatamos treselementos que nos permitieron enlazar la propuesta de Crossley respecto al problemade la intersubjetividad.

En primer lugar, el significado basal del self es la posibilidad deverse a uno mismo como objeto y sujeto. Es decir, de reconocer bordes entre lo quesoy yo y lo que no soy yo, y que además me permite verme como sujeto actuante (vermecomo objeto).15 En segundo lugar, el lenguajepara Mead es parte de una relación con el otro/s y el/los significado se estableceno por el signo, sino por la relación entre humanos y las reacciones que aparecen enesa relación. El signo no preexiste en su significado, sino que el significado sefija en la relación y la reacción que provoca la situación (los otros). En tercerlugar, como señala Simmel, nos volvemos selves, entes sociales,cuando interiorizamos al otro. Cuando el otro generalizado aparece en todas nuestrasacciones.

Mead agrega a la perspectiva de Simmel que esta interiorización no es sólo cognitiva,sino también corporal (y se podría decir afectiva, aunque el propio Mead no loapunte). Esto se vuelve evidente en el juego de roles: los infantes se convierten enmamá, bombero, policía, y ello supone no sólo pensar en qué dirá mamá en determinadasituación, sino también cómo actuará (es decir, mover el cuerpo y generaremociones). En ese sentido, los otros se vuelven parte de nosotros y en ese momentopodemos hablar de un self coherente hasta nuevo aviso.

Pero este volverse parte de nosotros no significa que sepamos qué piensan y sientenlos otros, sino que construimos esa expectativa al imputar lo que vemos en lareacción de los otros. El self es social pero es individual, nosólo porque la trayectoria biográfica es distinta -la situación biográficamentedeterminada, diría Schütz (1995, p. 40)-,sino porque la delimitación yo/otro es mi delimitación. En otras palabras, el otrogeneralizado es el que yo construyo a partir de mi relación con los otros.16

Sin embargo, ¿cómo aparecen expectativas en cada self que permitenla convivencia cotidiana, como en el caso de una relación de pareja? Es decir, ¿cómoes que los integrantes de una pareja (nosotros) convierten lacohabitación en un logro práctico? Para explicarlo, recuperamos la propuesta de NickCrossley, para quien la intersubjetividad no supone "entrar en la cabeza del otro",antes bien la construye el propio self a través de las narraciones(narratives) que surgen en las interacciones con los otros y elflujo de la información que ahí se gesta. Las narraciones no sólo son las historiasdel self. Desde su perspectiva, "nuestro sentido delself y del otro están incrustados (embedded)en historias" (Crossley, 2011, cap. 6). Nosidentificamos con los otros por el discurso que emerge a partir de las narrativasentre nosotros (Crossley, 2011, cap. 6).Éstas son intersubjetivas porque se construyen entre las partes, incluso aunque noestén de acuerdo.17 Para el caso de nuestroobjeto de investigación, dicho razonamiento resultaba significativo, ya que unapareja en el día a día, y concretamente en las interacciones cotidianas, vaconstruyendo narraciones de sucesos, situaciones, dilemas o conflictos que vanconstituyendo su propio "mundo significativo". No es que automáticamente secompenetren sus conciencias, sino que van construyendo tipificaciones/narrativas desus experiencias compartidas -incluso, como ya hemos señalado, tipificaciones que enocasiones puedan favorecer a alguno/a de los/las participantes en detrimento de laotra parte.

Ahora bien, hasta aquí hemos planteado las condiciones de posibilidad de la"intersubjetividad" que permiten la constitución de un "mundo significativo", laconformación de los selves y cómo en esa relación se gestannarraciones. Sin embargo, afirmar que una relación con el otro sólo se da por lasnarraciones situacionales sería reducir la sociedad al "orden de lainteracción",18 aspecto que, en el caso delas relaciones de pareja, dejaría fuera del alcance, por ejemplo, dimensionesrelacionadas con las jerarquías diferenciadas genéricamente y estudiadas de maneraamplia (Firestone, 2012; Jónasdóttir, 1993; Bernard, 1982; Ferguson,1989; Hochschild, 2008).

Por lo anterior, nuestra solución analítica parte de la semántica como productosocial acumulativo de las múltiples narraciones situacionales y, en ese sentido,existe como presupuesto de la relación particular de una pareja y sus múltiplesinteracciones, así como de la propia experiencia mente-cuerpo. Esto es, los sentidoscreados en la situación (las narraciones generadas entre los miembros de una pareja)utilizan en mayor o menor medida los significados preexistentes en la memoria social(semántica), a pesar de la particularidad tanto de cadaintegrante (self) como de la relación misma. De igual manera, lasignificación que los integrantes de la pareja le dan a aquello que sienten al estaren relación (a distancia o cara a cara), aunque no están totalmente determinados porla semántica, sí dan la pauta para nombrar aquello que se siente.
Semántica-situación-enminded bodies y la traducción del sentidoen el amor corporeizado

Como hemos dicho, el sentido (Sinn) queda capturado en la semántica,resignificado en la situación y experimentado en los enmindedbodies. En este caso, los tres niveles suponen sentido, y másespecíficamente suponen significado socialmente construido y fijación material, yasea en espacios, cosas e incluso en el propio cuerpo. Es decir, para nosotras elsentido (Sinn) no solamente supone un referente ideacional, sinotambién material. Aquí el sentido "viaja"/se traduce, o bien se puede observar encada nivel de manera diferenciada, con repercusiones para la investigaciónempírica.

Así pues, partimos de que el nosotros es posible en la medida en que se comparte unaexperiencia desde la que se construye una historia en común, que involucra tanto laresignificación del pasado como la configuración del presente y la proyección delfuturo juntos.19 Es decir, dos personascomparten un horizonte de sentido en el que "envejecen juntas" y, a partir de susnarraciones, dan significado a ese transcurrir del tiempo y el espacio compartido.No obstante, la observación de esa posibilidad requiere contar con una semántica quetrascienda la presencia de dos o más personas y la existencia de cuerpos-mentes quesienten.

De esta manera, en el nivel de la semántica se recurre específicamente a Luhmann parahablar de las imágenes, discursos, significados sociales referidos al amor románticoy al amor de pareja. Se asume que el sentido queda plasmado en semántica social, queva más allá de los individuos y que se actualiza de forma diferenciada en cadainteracción. En la actualidad el nosotros amoroso puede verse en un nivel deconstrucción semántica derivada del amor romántico, que aparece en un determinadomomento histórico y con una referencia específica de lo que implica ser pareja oestar en un nosotros amoroso. En nuestro caso, hemos observado que, a pesar de quela noción de amor romántico se ha complejizado, sigue siendo la base discursiva delamor en nuestra época. Es decir, en la actualidad la semántica del amor sigue siendomuy cercana a este tipo de amor.20 Algunoshallazgos de una investigación en curso21muestran que los significados atribuidos al cuerpo del amante se nutren de lasemántica del amor romántico, donde predominan representaciones genéricamentediferenciadas tanto del cuerpo como de los sentidos corporales (Sabido Ramos & García Andrade, 2016). Porejemplo, hemos constatado que las expectativas culturales asociadas a femineidad ymasculinidad atraviesan las normas olfativas (Synnott, 2003; Low, 2009)respecto a cómo "deben" oler la mujer amada y el hombre amado. En la investigación,las y los jóvenes encuestados opinan que el hombre amado huele "fuerte", "limpio" y"masculino"; y la mujer, "dulce", "a flores" y "lindo".22

En el segundo nivel, el de la situación, acudimos a la noción goffmaniana querecupera espacio/tiempo compartido, marcos de sentido investidos en cada momentointeraccional y en donde los seres humanos en copresencia actúan bajo todos estoselementos. Aquí se tiende un puente implícito hacia la fenomenología de Schütz yBerger. El espacio/tiempo compartido y reiterado bajo un determinado marco tambiéngenera sus propias lógicas de relación y significación. En este momento pareceríaincompatible unir la propuesta luhmanniana, que sitúa al ser humano como entorno,con otra que lo sitúa como generador de sentidos. Pero la noción de situación deGoffman permite el engarce: la interacción se da en marcos de sentido dados por lasemántica, que aparece como algo más allá de los seres humanos encarnados quecomparten tiempo y espacio. Es desde ese supuesto de sentido (la semántica social)desde donde los amantes se perciben, se huelen o pelean. El sentido en ese"envejecer juntos" es construido por los intervinientes, pero no surge de la nada,pues la semántica social pone los bordes iniciales. Además, eso no supone que todoslos intervinientes integren en su conciencia exactamente el mismo significado ni lamisma experiencia.

En los hallazgos de nuestra investigación esta particularidad de la situación comonivel analítico también se corrobora con los informantes. A pesar de que se percibeuna semántica del amor romántico asociada al cuerpo del amante, las y los jóvenesresignifican lo establecido a partir de las historias y narrativas constitutivas desu relación. Así, por ejemplo, aunque la menstruación no se tematiza en la semánticadel amor romántico como parte de las cuestiones compartidas en las relaciones depareja (tanto heterosexuales como lésbicas), dicha preocupación aparece en las y losjóvenes.23 Para las mujeres se asociaespecialmente a la vergüenza, el desagrado e incluso el asco.24 Sin embargo, a pesar del peso estigmatizante de lamenstruación en la representación de la femineidad (Sosa-Sánchez, Lerner & Erviti, 2014) y su ausencia en la semánticadel amor romántico, también encontramos informantes que declaran, por ejemplo, quela menstruación puede ser parte del juego sexual con su pareja; que forma parte desu cuerpo y, por ello, se acepta; o que para ella, en su relación, "son más lasganas" (el deseo) que la estigmatización asociada a tal fluido corporal. Esta nuevamanera de significarlo no se construye individualmente, sino en situación con otrocuerpo generizado, es decir, se trata del amor corporeizado que se resignifica ynegocia en el día a día del nosotros.

Y, finalmente, llegamos al último nivel analítico: los enmindedbodies. Éstos coinciden con el sistema psíquico de Luhmann en queperciben siempre desde sí, y en ese sentido cualquier referencia hacia ellos o haciael mundo parte de su propia experiencia. Pero las experiencias propias(Erleben) no aparecen en la soledad de la relación con el mundocomo un todo, sino en la interacción y narración con otros, como afirma Crossley. Lanarración no supone que sea compartida por todas las partes. Intersubjetividad, comoya se ha dicho, no es entrar en la cabeza del otro, se construye en el propioindividuo a través de la narración (que remite en parte o en todo a la semánticasocial). Pero esta narración no sólo es discursiva, sino también corporal yemocional. En el transcurso de estas narraciones, aparecen sentimientos(feelings)25 (Damasio, 2005) que ya suponen asociación deestados corporales y emocionales con imágenes y significados(semántica). Así, cada enminded bodyexperimenta, actúa, produce esta narración corporal, discursiva y emocional que yaincluye semántica, aunque algunos sentidos/experiencias no puedan ser capturadostotalmente por estas etiquetas, se resistan, busquen maneras de expresarse.

En este nivel analítico incluimos la propuesta de Antonio Damasio, quien desde lasneurociencias propone disolver las duplas mente/cuerpo, razón/emoción e introduce lacategoría body-minded brain,26 que empata con lo propuesto por Jónasdóttir, aunque desde otradisciplina. Para Damasio, el cerebro-cuerpo-con-mente, se desarrolla en un entornono sólo natural sino también social, y es en la relación con el entorno pero tambiéncon su propio proceso que el cerebro-cuerpo-con-mente se desarrolla. Es decir, sibien nacemos con cierta estructura física (cuerpo), y con un cerebro que procede deun desarrollo evolutivo de millones de años, nuestra constitución comoseres-en-el-mundo depende de nuestra relación con otros, y ésta no es sólo cognitiva(racional), sino también emocional. El punto ciego de Damasio es, quizá, que noincluye con precisión lo que Jónasdóttir puntualiza: que esa relación con los otrosestá mediada por significados sociosexuales e históricos. En nuestra terminología,la relación del enminded body con el entorno es a través de lasemántica, y siempre en una situación. Es decir, las emociones experimentadas yatraen una etiqueta social que permite reconocerlas. En un primer momento, elreconocimiento de emociones supondría compartir una semántica emocional que serelaciona con el amor de ese momento histórico. En un segundo momento, sentiremociones (feeling an emotion) implica no sólo un reconocimientodel self, sino la propia narración de cómo esa emoción impacta enel enminded body (en una determinada situación). Por ejemplo, en lainvestigación se les preguntaba a las y los jóvenes en relación con su pareja actualo más significativa: "Si tu pareja te dice que él/ella encontró a alguien más, ¿cómoafectaría esto tu bienestar?" En primer lugar, resultó interesante observar que laposibilidad de que las relaciones se terminen es ampliamente aceptada (cuestión quedifiere de la semántica clásica del amor romántico).27 Entre las emociones asociadas al rompimiento están: dolor, depresión,enojo, tristeza, melancolía, decepción y nostalgia.28 Un ejemplo de que la semántica no sólo incluye palabras lo dio uninformante, que para expresar cómo afectaría la ruptura, dibujó dos caras tristes(emoticones). En segundo lugar, observamos algunos casos en los que elself aparece reflexionando sobre la afectación por la rupturade una relación específica (situación). Por ejemplo, una estudianteafirmó que no le afectaría mucho porque "no me siento tan involucradaemocionalmente"; por el contrario, otra joven dijo que afectaría su autoestima: "Pensaría que no soy una persona realmente interesante y agradable". En el caso de unestudiante, la ruptura supondría un "descontrol para lo que consideraba algocotidiano en mi vida"; y otro afirmó que "cambiaría su vida negativamente". Con estoqueremos mostrar que la ruptura de la relación amorosa puede verse desde elenminded body, pero aquí también hay que diferenciar entresemántica y situación. Los cuerpos/mentes experimentan enmarcados en una semánticaamorosa en que las rupturas son posibles y generan tristeza, decepción o depresión,pero estos enminded bodies están en una relación específica(situación) y respecto a ésta su experiencia se modifica y se vuelve algo particularde la relación y del propio cuerpo-mente que siente.

Con lo anterior se observa que el sentido (Sinn) aparece en los tresniveles analíticos y se construye de diversa manera. Todo esto, respetando lospresupuestos teóricos que subyacen a cada nivel analítico.
Conclusiones

En este trabajo se buscó mostrar de qué manera el sentido (significado y orientación)materializado en la semántica, la situación y los enminded bodiespuede servir como puente para vincular niveles analíticos, y de esa manera conectarpropuestas teóricas aparentemente contradictorias. La semántica (Luhmann) como formade representación del amor romántico contemporáneo y de la relación de parejaamorosa preexiste, aunque es también constitutiva de la situación (Goffman) (delcara a cara en el transcurso temporal). Pero también la semántica amorosa colaboracon, y es generada por, las narraciones (Crossley) en situación de las relacionesamorosas del nosotros (Schütz, Berger y Kellner). Es decir, las parejas se orientanpor una "imagen generalizada" (Simmel, Mead) del significado histórico que tiene lanoción "pareja", pero dicho sentido se llena de matices y "dosis de individualidad"(en el sentido del segundo a priori de Simmel) según laparticularidad de la pareja. Así, a pesar de la semántica, las parejas significan supropia relación como la única y especial en el mundo (en el sentido del tercera priori de Simmel).

Por otro lado, la semántica coadyuva con, y es generada por, los sentimientos(feelings) que los enminded bodies (cuerposcon mente) experimentan (Jónasdóttir, Damasio). Los enminded bodiesno son transparentes para el/la otro/a amado/a; las narraciones deél/ella/ellos/ellas no son iguales ni unívocas, cambian según la situación y segúnquién narre (Crossley). Pero las narraciones son co-construidas, los significados seasientan y condensan en esa co-construcción. La intersubjetividad no es penetrar enla mente del otro, sino construir al Tú amado y al Yo como parte del nosotros.Narrarlo continuamente, narrarnos hasta que la narración parezca existir más allá denosotros y tenga una metaexistencia (Crossley, 2011). En todo momento seguimos en elámbito del sentido. Por ello, a través del problema de investigación y la fijacióndel sentido en soportes materiales (imágenes, símbolos, libros, narraciones orales,gestos, cuerpo) se abre un pasaje entre teorías tradicionalmenteinconmensurables.
A lo largo del artículo hemos enfatizado el sentido como narración construida en lasemántica, la situación y los enminded bodies. Sin embargo, habríaque tener en cuenta que el sentido (la orientación, lo que permite la generación designificados -nuevos o persistentes) aparece o proviene también de la fisiología delos enminded bodies en su relación con el entorno, y de aquello quese produce en el contacto cuerpo a cuerpo, que Durkheim denominó "efervescenciacolectiva" y Randall Collins llama "energía emocional" (Collins, 2009). Esto se puede pensar si asumimos que haysentidos no conscientes (que no aparecen en la comunicación, que no son parte de lasemántica), pero asociados a la emoción (Damasio,2005). Este sentido, que aparece como un impulso, una orientación alentorno o como irritación, se puede fijar en las narraciones situacionales o llegara ser parte de la semántica; e incluso se puede pensar simplemente en energíaemocional que impulsa a la solidaridad, a la apatía o a la repulsión, aunque nogenere fijación de sentido, pero esto queda pendiente para una nueva reflexión.

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